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Diásporas africanas en América Latina y el Caribe

By 20 octubre 2021LAWA news

Por mucho tiempo, los países de América Latina y el Caribe han negado la diversidad racial y su impacto en los procesos de mestizaje. La homogenización de identidades nacionales ha llevado a encubrir el profundo racismo y la desigualdad social a la que comunidades indígenas y afrodescendientes han sido sometidas históricamente. Colonialismo, esclavitud, desplazamiento forzado, exilio y migración, son algunos de los procesos que comunidades de origen africano han transitado para establecerse en territorios donde al día de hoy, se les niega el derecho de ser reconocidos como ciudadanos.

Escuchamos decir a los argentinos que “sus antepasados bajaron directamente de los barcos de Europa” para reclamar su blanquitud, mientras que en México se desconoce que su primer presidente en territorio libre de la tutela española, fue Vicente Guerrero, originario de Tixtla, Guerrero, lugar de comunidad afromexicana, desde tiempos coloniales. Tuvimos que saber del asesinato de Marielle Franco en Brazil, para volver a reconocer la resistencia de los afrobrasileños y llevar el debate de la raza a escenarios más visibles, hablar de la crisis humanitaria en Haiti para reiterar que éste fue el primer país en las Américas en tener una revolución radical, adelantándose a la revolución francesa.

Esa presencia afrodescendiente en América Latina y el Caribe marcada por el desplazamiento forzado de sus territorios desde tiempos coloniales, es parte de los movimientos humanos diaspóricos. La diáspora es una categoría que se usa en estudios culturales para nombrar a grupos determinados de personas que han sido desarraigados violentamente de sus territorios de origen, y se han establecido en otros lugares. Esas comunidades se resisten a la total asimilación en los territorios que comienzan a habitar, y son capaces de preservar lo que consideran valioso de sus raíces y ancestralidad.

La diáspora africana en América Latina y el Caribe comenzó con la trata transatlántica de personas de origen africano la cual se considera el elemento definitorio, aunque no se acaba ahí. Por ejemplo, en Argentina al final de la Segunda Guerra Mundial desde Cabo Verde, ingresaron africanos de habla español no como esclavos, sino como ciudadanos libres huyendo de la colonización portuguesa y de las condiciones de pobreza que había en sus islas. Se establecieron principalmente en Ensenada y Dock Sud, Argentina cerca de los puertos donde podían encontrar trabajo. A partir de 1990 llegó gente desde Mali, Senegal, Mauritania, Liberia y Sierra Leona. En su mayoría fueron varones jóvenes que buscaron de mejores condiciones de vida.

En México, podemos ubicar lugares muy particulares de presencia afro vinculada a la diáspora y la resistencia desde tiempos coloniales. Uno de ellos es Veracruz, zona cercana al Golfo de México y al Caribe mexicano. Ahí hubo lugares donde personas que lucharon por su libertad, se rebelaron contra el trato español y ya libres, construyeron comunidades –llamados palenques o quilombos- que hoy llevan nombres vinculados a sus raíces o llevan el nombre de sus libertadores. Yanga, Coyolillo, La Matamba, Mandinga, la Matosa, Mozomboa o las playas de Mocambo son los lugares más conocidos. Algunos historiadores de las comunidades afro, mencionan que el pueblo de Yanga, también conocido como San Lorenzo de los Negros, fue el primer territorio libre conformado con ex esclavos y con autonomía propia.

En Colombia, se habla que el primer territorio libre, fue San Basilio de Palenque, zona muy cercana a Cartagena de Indias. Característica fundamental de este lugar es su lenguaje, el palequero. Algunos historiadores comentan que este lenguaje particular es una mezcla entre portugués, castellano, y varias lenguas bantú originarias de África Central y Meridional. Este lugar, al igual que Yanga Veracruz, está vinculado a la historia de un rebelde: Benckos Bioho, quien en 1713 se rebeló contra el dominio español, fundando así el palenque de San Basilio.

Seguramente que en cada territorio de los países de los cuales somos originarias, hay referencia de presencia africana. Ese legado lo podemos percibir en la comida, en la música; en la religión, sobre todo en las expresiones de origen afroantillano y afrocaribeño con más visibilidad cada vez; en el lenguaje, en las letras y proverbios sabiduría oral, así como en los remedios de origen natural, y por supuesto, en las toponimias y nombres de lugares que nos reiteran la importancia de reconocer las afrodescendencias no sólo en el pasado sino en el presente.