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En el contexto del Día Internacional de la Mujer en este 2021, Latin American Women´s Aid (LAWA) convocó a un diálogo para que, en colectiva, nos escucháramos y conociéramos las tra-yectorias de tres mujeres migrantes de origen latinoamericano que han cambiado el rumbo de su vida. Las panelistas invitadas son mujeres con las que LAWA se ha vinculado a partir de proyectos comunitarios específicos, como lo ha sido Mujeres Tejiendo el Cambio (Change Maker Program), y a través de los servicios de atención y prevención de Violencia Doméstica.
Claudia Turbet-Delof, afroboliviana, sindicalista y activista de base en Londres; Paola Ne-ressi, franco-costaricense, quien se definió a sí misma como “sobreviviente de violencia doméstica en el nivel más peligroso”; y Claudia López-Prieto, colombiana de la ciudad de Bogotá, profesora de inglés como segunda lengua a nivel secundaria, y activista por la visibilización de la comunidad latinoamericana en el sur de Londres, tomaron la palabra. Para acompañar, cuarenta y una compa-ñeras migrantes viviendo en Reino Unido se unieron, tanto de habla español como portugués, mien-tas que la moderación estuvo a cargo de Victoria G., coordinadora del centro de asesoría de servi-cios sobre Violencia Doméstica en LAWA.
A la pregunta ¿Qué les llevó a ser las mujeres que son ahora?, Claudia Turbet-Delof habló sobre su proceso de autoconocerse y migrar. Reconoció que como parte de la colonización que hemos vivido en nuestras culturas, vivir en un ambiente donde las mujeres no podían estudiar llevó a que mujeres de su familia, con el fin de protegerla, no le permitieran estudiar, sin saber que eso es parte de la cultura patriarcal. Siendo desde niña muy inteligente, Claudia dejó ir tres becas en Universidades extranjeras; una en Cuba para ser médica. El argumento fue que el ambiente univer-sitario es para hombres, expresando un miedo a que estando en ese ambiente se embarazara. Así que desde los 17 años comenzó a trabajar vendiendo comida para sobrevivir. Esa experiencia le marcó mucho porque sus hermanos hombres sí fueron a la universidad, e incluso a escuelas priva-das. Llegando a Reino Unido y al vincularse con LAWRS (Latin American Women´s Right Services), se dio cuenta que había vivido violencia de género y decidió luchar por los derechos de las mujeres.
Por su parte, Claudia López-Prieto, nos contó que, aunque su mamá era profesora y su padre trabajaba en una aerolínea, se sentía muy privilegiada, y por eso no tenía claro qué estudiar; solo creía que algún día iba a volver a Colombia. Al ver que no iba a regresar, estudió contaduría, pero eso no le convenció. En ese tiempo tuvo a su hija y estudió estilismo y belleza. Pensaba que ya era feliz, pero se dio cuenta que los padres latinoamericanos valoran mucho las carreras como abogados, médicos y profesiones similares, por lo que quiso intentar algo más. Al poco tiempo, Claudia hizo un voluntariado para leer con niños en una primaria. Le asignaron a unos niños que hablaban portugués porque las profesoras de la escuela pensaron que español y portugués eran lo mismo. Cuando la profesora de recepción se enfermó le ofrecieron cubrir su puesto, y así comenzó en la educación como asistente de profesora. Siempre le gustó intentar con los niños que estaban aprendiendo inglés, y por ello hizo estudios como asistente de profesor y luego regresó a la univer-sidad para obtener el título como Especialista en Minorías Étnicas para enseñar IELT (inglés como segunda lengua). El interés le vino por experiencia propia. Recordó cómo junto a su hermana, sen-tada frente a la ventana de la escuela en el colegio, pasaba los días.
Claudia entonces nos compartió: en una ocasión un profesor blanco le dijo a su mamá: “es que su hija sueña mucho porque siempre está mirando por la ventana”. “¡Cómo no iba a mirar por la ventana si no entendía nada! Me sentía totalmente estúpida. Por eso quise especializarme como profesora de IELTS, para que ninguna otra niña o niño se sienta, así como yo, mirando por la ven-tana, de sentirme inútil y rara por ser una niña inmigrante. En esa época con la fama que Colombia tenía, sin poder progresar, mi objetivo era que mis estudiantes no se sientieran así.”
Paola Neressi, compartió a detalle su testimonio de vida sobre vivir una vida libre de la violencia doméstica y luchar por su vida. La violencia doméstica y de género, la vivió desde que su padre deseó que sus tres hijas fueran médicas. Como Paola se negó a ese destino enfatizando que quería ser chef, cuando llegó la hora de elegir la carrera profesional, estudió a escondidas terapia física y gastronomía porque sus padres decían que lo de chef era ser cocinera.
En ese tiempo ella quedó embarazada y sus padres la iban a mandar a Estados Unidos para guardar el embarazo, porque abortar no era lo que alguien de su clase haría. Un amigo se casó con ella para guardar las apariencias, y así comenzó a vivir violencia doméstica y abuso financiero. Cuando ella comenzaba a triunfar en la vida con un empleo o bienes, esa pareja llegaba a golpearla, amenazarla y quitarle todo. Aunque logró divorciarse, para salvaguardar su vida, Paola salió a Es-tados Unidos y volvió a Costa Rica por sus hijos. Cuando miró la posibilidad de llegar a Reino Unido, ella recuerda que “tenía una maleta con todos los documentos de la corte y de demandas que no procedieron. Y soy una de esas mujeres a las que el sistema olvidó. Tengo 12 demandas que ya no recuerdo.”
Como muchas mujeres de nuestra comunidad Paola llegó sin hablar nada de inglés. Ella no podía hablar o contar su historia porque tenía mucha culpa y vergüenza, por haber internalizado esas ideas de que todo lo que nos pasa es por nuestra culpa. Se sentía tan invisible por no dominar el idioma. “Sientes que estás en un lugar donde no sabes cómo vas a seguir viviendo. Son muchos los sentimientos que viví”, recuerda. Llegó a Reino Unido embarazada con una salud frágil por los golpes que su ex-pareja le dio en el vientre. Y aunque no logró salvar la vida de su bebé, ella se salvó y comenzó a trabajar poco tiempo después como limpiadora y después como agente inmobi-liario. En ambos trabajos vivió abuso laboral, hasta que finalmente logró tener el apoyo de una vivienda pública. Se acercó a LAWA para aprender inglés y después logró hacer un curso de chef. Tuvo muchos retos para mejorar su inglés, pero lo logró y de ahí tuvo un trabajo en un hotel cinco estrellas, y ha sido chef de eventos especiales en la Embajada de Costa Rica en Reino Unido.
Después de escuchar estos testimonios, se abrió el espacio de las preguntas. Marta Nuñez preguntó sí en el caso de Paola, en algún momento para quitarle a los niños, le dijeron que no estaba capacitada para cuidar a los niños, eso que llaman Síndrome de Alineación Parental. Paola, mencionó que sí, sobre todo por parte de su padre, quien quería quedarse con el primer hijo, al ver que ella lo había tenido a los 18 años. Paola se aferró a su hijo para no sucumbir. Sobre este tema del PIN parental, Claudia Turbet comentó que, en su entrenamiento como terapeuta aquí en Reino Unido, ha notado cómo las mujeres migrantes al estar casadas con ingleses o europeos, al vivir abuso emocional o doméstico, te hacen dudar de tu capacidad como madre o como padre. “Es muy común el chantaje emocional, pero no es un diagnóstico muy conocido aquí en Reino Unido, pero si lo hay”, finalizó su intervención.
Marcia, compañera brasileña, expresó su solidaridad y agradecimiento por abrir este espa-cio, preguntando más sobre los servicios que LAWA ofrece y cómo apoyar. Una compañera apoyó en la traducción al inglés y en inglés se le ofreció la respuesta de lo que LAWA hace con y para la comunidad.
Ya al acercarnos al final del conversatorio, agradecimos mucho que con valor y confianza cada una de las panelistas nos ofrecieran sus historias. Las tres participaciones coincidieron en señalar cómo no manejar el idioma, saber sobre las leyes de inmigración, la soledad que surge al saberte recién llegada, los abusos de empleadores, la dependencia económica hacia parejas abu-sivas, las violencias doméstica, laboral, sexual y reproductiva, vinculado a los estereotipos de gé-nero, nos llevan vivir violencias estructurales que, en los cuerpos de mujeres migrantes, se intensi-fican.
Hoy más que nunca, con la movilidad humana buscando mejorar la vida y/o salvarla, com-partir nuestras historias, reconocer cómo fuimos cambiando nuestro destino a algo mejor para no-sotras, para nuestras familias y nuestras comunidades, nos lleva a reafirmar la idea de que estamos haciendo un legado que no será fácil de silenciar o borrar.
Redactó: Jael García
Community Engagement Officer, Lawa
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