Durante el año de la pandemia, en América Latina y el Caribe se dispararon los feminicidios y los transfeminicidios aumentaron especialmente en Argentina. En años pasados México estaba por debajo de Brasil en crímenes de odio contra personas trans, o transfeminicidios.
La mayoría de estos crímenes están vinculados a la profunda normalización de la violencia de género. En el mundo que imaginamos la erradicación de prácticas y costumbres que perpetúan estereotipos dañinos sobre las mujeres trans, es parte de nuestro intento por desmantelar las violencias patriarcales.
La invisibilización y discriminación social que viven las personas trans se deben a la falta de reconocimiento que deberían tener como personas, a la falta de políticas públicas que les reconozcan como sujetos de derecho y gozar de autonomía sobre sus cuerpos y subjetividades. La estigmatización y el odio que la sociedad expresa a la comunidad trans es por la falta de información, por el miedo a lo desconocido que escapa de la normalización, por las relaciones de poder jerarquizadas, y por la violencia de género estructural.
La desinformación de las identidades trans por los medios de comunicación masivos, caricaturizan o deshumanizan, lo mismo que los discursos conservadores y esencialistas que abandera gente en posiciones de poder, y por lo tanto sus palabras, gestos y posiciones, generan opinión pública.
En este contexto donde la muerte de cuerpos feminizados se ha normalizado tanto en nuestra sociedad y ante el avance de proyectos conservadores en lo político y fundamentalistas en lo religioso, es importante considerar la erradicación de todo tipo de violencias y prácticas dañinas basadas en estereotipos.
Ante este panorama, donde clamamos por nuestras vidas y nuestros derechos a vivir en espacios seguros y libres de violencia, deberíamos también pedir lo mismo para las personas trans. Sí queremos ser aliadxs, debemos empezar a revisar nuestra historia y nos daremos cuenta que la diversidad de géneros y sexualidades es muy antigua. De la misma manera podríamos ver el desarrollo de las sociedades de manera no binaria, y liberarnos de tabúes.
Apostar por un feminismo interseccional escuchando las historias de quienes viven esa realidad, y sumándonos a las causas por las cuales las personas trans trabajaban para erradicar los estereotipos y violencias para que otras generaciones ya no las vivan, es también parte de esta revolución feminista.
