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Ser afrodescendiente y mujer migrante en Reino Unido

By 24 July 2020May 12th, 2021LAWA news

Ser mujer migrante o inmigrante es todo un reto. Muchas de nosotras tuvimos que salir de nuestros territorios de origen por seguridad antes amenazas de muerte, por mejorar la calidad de vida de los nuestros, buscando cumplir un sueño o por circunstancias de la vida. Sin embargo, llegar a un país que no tiene tus costumbres, tu cultura y/o tu lengua, hace que constantemente estemos luchando en varios frentes. Desde nuestra experiencia, siendo mujeres migrantes del Sur Global, de esos territorios que son parte de nuestra Abya Yala, nos hemos visto afectadas por el sexismo, el clasismo, el capacitismo y el racismo estructural. Si ya en nuestros territorios de origen habíamos experimentado esas opresiones, en un contexto transnacional y migratorio estas opresiones se hacen más fuertes porque muchas veces las hemos enfrentado de manera solitaria o aisladas.

A esos retos que enfrentamos se suma el de ser mujer afrodescendiente. No es fácil encontrar lugares seguros y libres de estereotipos donde platicar con otras lo que estamos viviendo y enfrentando desde nuestros cuerpos, desde nuestra piel. Espacios como “Mujeres tejiendo el Cambio” (Change Maker Program), programa desarrollado por Latin American Women´s Aid, LAWA, en Londres,  Reino Unido, tiene como uno de sus objetivos acompañar los procesos de mujeres migrantes de origen latinoamericano y caribeño para luchar contra toda discriminación, reflexionando sobre el impacto del racismo en nuestras vidas. A partir de esta experiencia colectiva de casi tres años de caminar juntas, algunas de nuestras hermanas afrodescendientes, comparten sus testimonios como acto de rebeldía y amor propio en un sentido radical.

Hoy 25 de julio Día Internacional de las Mujeres Afrodescendientes, Día Internacional de las Mujeres Negras en Brasil, nuestras hermanas se preguntan ¿Qué es ser mujer afrodescendiente migrante/ emigrada y viviendo en la diáspora? Estas fueron algunas de las preguntas que algunas compañeras que participan en el programa Mujeres tejiendo el Cambio, respondieron y comparten con nosotres hoy 25 de julio.

“Inicialmente no me sentía orgullosa de ser afrodescendiente. Nací en un momento donde sentí mucha discriminación por mi cabello, por mi color de piel (a pesar de ser mulata) y por mi origen social. A esa discriminación por mi color de piel, se sumó la discriminación económica y social. Recuerdo que una vez, un compañero me invitó a la escuela de Bellas Artes. Se supone que era un espacio público pero vi que la mayoría de gente que iban allá eran extranjeros y de escuelas privadas. Pensé que el arte era muy elitista porque no había gente como yo, o no estaba la gente que debería de estar.  Con esa experiencia me di cuenta de la diferencia de clases.
Ese fue un choque grande porque yo quería ser como ellos y me costaba aceptar lo que yo era. En ese momento era muy joven y como la mayoría de la gente afrodecescendiente de esos tiempos, no tuve con quién platicar o quién me explicará lo que sucedía a mi alrededor y aceptar  con amor mi condición.

Pero poco a poco a lo largo de mis experiencias, fui tomando conciencia de mi camino y encontré personas que me ayudaron a reconocer mi identidad. Al migrar, tuve la oportunidad de reconocerme como negra, a sentirme chévere que soy negra, a sentirme chévere que tengo pelo malo. Al ver a otras mujeres que se sienten chéveres por ser como son, me pregunté: ¿por qué no sentirme chévere de mi, también? Entonces yo me siendo muy chévere de mi misma.
A veces pienso que me hubiera gustado llegar a Londres antes porque aprendí a quererme al llegar acá. A mis 50 años conocí muchas culturas y mujeres de diferentes culturas. Y entonces pensé seriamente que todos somos afrodescendientes.

Cuando pienso que quiero dejar como legado, o como quiero que otras personas me recuerden, pienso en que mi mejor legado es ser yo misma. No quiero que sólo mi hija y mi sobrina me tengan, porque también me estoy dando a mi comunidad.”

-Emma Brugés Ariza, Barranquilla, Colombia-Islington, Londres, Reino Unido.

“En un principio, no tenía conciencia de lo que es ser afrodescendiente. Mi madre es blanca de piel, mientras que mi padre era negro. Mi padre tuvo que librar una batalla para casarse con mi mamá porqué su familia no lo aceptaba. Sus hijos salimos así, pero mi color de piel no lo vi como problema. Toda mi vida vivimos en el Bagre, donde la mezcla étnica y racial era normal. Yo era igual a todos ahí. Me di cuenta de la diferencia cuando visitábamos a la familia de mi madre; notaba que trataban mejor a otros primos y familiares mas “blanquitos”, pero eso no me importo. Luego fui a estudiar a una escuela de monjas y solo éramos dos mujeres afrodescendientes en la clase. ¿Será qué nunca me importó sí la gente me quería o no?, pues no hice caso a eso.
Creo que mi conexión ancestral y cultural con mi herencia negra es que desde niña sentía el “instinto” de conectar con el baile y la cumbia, en particular. Sin embargo, al venir como exiliada política a Londres, fue donde exploré mis raíces negras.
Es inolvidable para mi que un día fui a visitar el pueblo de mi padre en Guapi, Cauca, una zona de presencia negra muy fuerte en Colombia. Ahí me identifique y me sentí enamorada de la comida, los olores, los sabores, de su música. Fue como reencontrarme con mi herencia. Esa experiencia me hizo ser consciente de mi.

He vivido discriminación a lo largo de mi vida. Creo que el racismo es muy fuerte en Colombia sobre todo en Medellín, en la zona cafetera y en la capital. Es triste ver, por ejemplo, que no hay representación en los medios, las revistas de gente como yo. Apenas sea va cambiando esa realidad. La élite que se formó en Colombia, esos criollos que hicieron la independencia, quisieron tener el poder político y económico a base de explotación de los indígenas y los negros. Para sobrevivir a esa explotación, comunidades negras fueron a los palenques, lugares que todavía existen. Sin embargo ese poder criollo sigue controlando la riqueza nacional.

Quiero transmitir a través de la danza y la cultura mi alegría de ser afrodescendiente. Quiero que  la gente en Reino Unido, conozca a través del arte cómo nuestros ancestros se ayudaron, resistieron y que a través del cuerpo conservaron la alegría y no se dejaron morir por los colonizadores.”

-Marta Hinestroza, Medellín, Colombia- Greenwich, Londres, Reino Unido.

“Tenía 8 años cuando comprendí que mi color de piel conlleva unos estereotipos y prejuicios que se ponen de manifiesto en el trato que recibo de las personas. Cursaba segundo de primaria cuando me di cuenta como mis profesores trataban a las niños/as blancas e hijas de doctores de manera especial, con mayor condescendiente y depositando en sus personas grandes expectativas de futuro. No entendía porque yo no recibía ese trato… en aquel momento no sabía ponerle nombre a eso que vivía y sentía, pero ahora sé, que no son más que actuaciones racistas y clasista de una herencia colonial que a día de hoy sigue operando en Honduras y en toda Latinoamérica. Además de esto, en la adolescencia, comprendí la hipersexualización y el machismo estructural en el que vivíamos las mujeres negras y me he negado aceptar esta realidad y las he convertido en mi causa de lucha.
Formar parte de Change Maker durante mi estancia en Londres, me ha ayudado a profundizar en el feminismo comunitario y decolonial. Me ayudo a canalizar y volcar mis inquietudes en movimientos sociales desde donde reivindicar estas luchas. He aprendido y practicado la sororidad con otras mujeres, que, como yo, hemos migrado y hemos llegado a sociedades de acogida del “norte global” en donde el racismo y el machismo institucional nos recuerda constantemente de dónde venimos y donde nos quieren poner.

Ahora soy madre y con esta conciencia social, estoy educando a mi hija con valores y herramientas feministas y antirracistas, para que se empodere, llame las cosas por su nombre y sepa defender por sus derechos.

Kenia Ramos, Honduras-Londres, Reino Unido-Madrid, España.

 

 

No es normal mirarnos al espejo y escuchar esas voces que susurran recordándonos que debemos cumplir con ciertos estereotipos de belleza, no es normal escuchar voces amigables diciéndonos “…me agradas por ser inteligente pero tu color de piel dice otra cosa…”, o aquellos que dicen  “…andar con mestizos te hace poco afrodescendiente…”, o ese típico comentario de “…por qué tu madre es mestiza y tú eres negra…” etcétera. Son cantidades de escenarios que representan la discriminación en el diario vivir.
El deseo de cambiar la historia y construir un escenario más ameno empezó cuando decidí enfrentar cada crítica con serenidad construyendo muros de fortaleza, orgullo, seguridad y amor propio, dejando a un lado lo negativo y rodeándome de personas que aportaran un aura positiva a mi vida.

El hecho de migrar a Londres no cambia la historia. El racismo está intacto en cada rincón del mundo sólo cambia las nacionalidades y espacio pero se respira el mismo tiempo de discriminación. Se escucha comentarios fuera de contexto de otros migrantes como por ejemplo: “…por qué eres negra sí Shakira es blanca…” “…todos los latinos son de la montaña…” “…en Colombia existe personas iguales a chimpancés como tu…”, “…qué haces aquí sino sabes inglés…”, “…por qué tienes los labios tan grandes…”, “…tienes las misma habilidades que tu compañera pero prefiero que no interactúes con los clientes y vayas a dentro a limpiar…”, “…eres narcotraficante…”, “…por qué tienes el cabello tan bonito si eres negra…”
¡Sí esto es verdad! Me ha pasado también aquí en Londres a parte de Colombia mi país nativo, infinitos comentarios y discriminación, no sólo por ser de color también se suma la discriminación de clase social. Pero son escenarios de poca importancia o relevancia para mí.

Déjame decirte querido amigo Afrodescendiente-Migrante que el verdadero viaje empieza cuando comprendamos que somos un diamante en bruto, que podemos ser transformados o moldeados en piezas valiosas. Tenemos suficientes argumentos y fundamentos para cambiar nuestra realidad en cualquier parte del mundo. Tomar cada uno de esos comentarios y tejerlos en entereza, orgullo y tenacidad, pues nos demostrará quienes somos realmente. Esto despertará admiración y respeto, hará la diferencia entre un grupo de pocos o tal vez en sectores amplios;  siempre dejar un legado positivo porque ser “NEGRO” como nos dicen, no afectará en nada si tu corazón y tus hechos van conectados del empoderamiento.
Aprendí a amarme más de lo habitual, amo mis ojos grandes, mi nariz achatada, mis labios rojos, mi caballo rizado; porque sin ellos no podría expresar mi felicidad, mi euforia, locura, prudencia, poder, desacato y lo que más me gusta la filosofía del importaculismo.

Vivir en Londres es un desafío, te centra y ofrece un panorama diferente donde sólo tú decides si te encadenas o quieres ser libre de todo rechazo.”

Diana Mina, Cali-Colombia, Londres, Reino Unido.

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Foto encabezado: Archivo del perfomance colectivo “El poder de nuestras ancestras” realizado el 14 de marzo de 2020 en Tate Exchange como parte del Programa Mujeres tejiendo el Cambio. En este performance participaron las hermanas brasileñas que forman parte del programa en portugués (Mulheres em transformação). Esta foto es del performance que la artista visual afrobrasileña Nina Franco realizó con otras mujeres de la comunidad afrobrasileña en Londres, honrando el cabello afro y los saberes ancestrales que se han pasado de generación a generación.